jueves, 15 de agosto de 2013

Al Norte al Norte.

La cuadra de Talcahuano al 900, vereda impar, es célebre por El Cuartito, tradicional pizzería de la que eran habitués algunas figuras del tango como Julio Sosa y Edmundo Rivero. El tiempo ha sido cruel con el Cuartito, que ha crecido sin salud, pero por fortuna todavía se puede comer dignamente en esa cuadra y eso es posible gracias al Restaurante Norte, de Talcahuano 953. 

Eso de preguntar qué hay en la carta y pedir sin mirar los precios es para pocos lugares o pocas personas. Y, a menos que uno sea un Rockefeller, Soros, esté en el sudeste asiático o en Bolivia,  es casi imposible para los amigos del vivir, que queremos salir a comer afuera una o dos veces por semana sin tener que pasar los otros scinco o seis días haciendo ayuno o sufriendo el oprobioso arroz. En Norte se puede.

La comida no es sorprendente ni original, es sencillamente buena. Y ser buena sencillamente es mucho dentro del panorama gastronómico actual porteño, que tanto abusa de la rúcula, el cilantro,  la cebolla caramelizada y los tomates cherry.  El menú incluye los platos típicos de la llamada "cocina porteña", el resultado de un mestizaje de las cocinas criolla, española e italiana. Léase, hay milanesas, variedades de churrascos y carnes de cerdo, ternera y pollo, pastas, etc. La carta de vinos es reducida poco interesante (Lopez, Norton, etc.) y lo que más llama la atención son los precios (vg. una cerveza Isenbeck de litro costaba ayer $ 22). 

El servicio es amable y correcto, los mozos conocen el menú al derecho y al revés, ideal dejarse recomendar y servir en un contexto en el que al final de la comida no aparecerá una cifra indigesta. Naturalmente, está casi siempre lleno, en parte por la concurrencia de regulares (sí, todavía existe eso de gente que cena afuera tres veces o cuatro por semana en el mismo lugar) y en parte porque la amabilidad del servicio incluye el no molestar a los comensales durante la sobremesa.  No se cobra servicio de mesa, pagos únicamente el efectivo. 

Es un lugar que es tan bueno como puede ser. Sin pretender demasiado, cumple con todo lo que promete. Lugares así son una suerte.  Buen provecho.

domingo, 11 de agosto de 2013

Mejor Basa otra parte.

La primera impresión al bajar las escaleras, cosa que no podía hacerse sin registrar los invariables seis dígitos del valor del parque automotor circundante, la que cuenta, fue que el público estaba tan ocupado en pretender que bebía y lo pasaba espléndidamente que apenas había tenido tiempo de tocar las copas, beber ni, mucho menos, pasarla bien.
Ubicado en la calle Basabilvaso 1328, en la zona de Retiro lindera  al Palacio de la Cancillería, la escenografía del lugar es semejante a la de muchos de los nuevos bares de cockteleria "onda East End"  (vg. Frank's) que se parecen tanto a los bares neoyorkinos como los Irish pubs de la calle San Martín a los bares de Dublin. Muy poco. Más bien parece un anexo de la biblioteca nacional, en su estilo de cemento frío e impersonal. Quizás por ese aire 1970 es que le gusta a su público, perteneciente ala generación del bambino Veira.
La barra no esta mal, larga y con una oferta de tragos clásicos a la que se suman eventuales tragos promocionales, producto más de las tristes argucias del marketing que de una decisión creativa de los barmans. Digo yo: ¿hay necesidad de hacer lemonchamp o un kir royal con Baron B? A mi que me expliquen por qué. En realidad lo sé. Que Chandon se ponga media pila con las condiciones de las promociones.
La gastronomía, presuntamente mediterránea, tiene poco de la sencillez y abundancia griegas o de las islas del sur de Italia. El estilo es el de hotel internacional de cadena, que increiblemente aun pasa en buenos aires por alta cocina. Platos enormes apenas surtidos, donde parece primar la economía de un Cormillot que el equilibrio y a elegancia de los platos de un Martín Berasategui. 
En cuanto al servicio, afectado, medio intimidante en apariencia y flojo en los detalles, no mucho que decir. Se trata de un bar que cobra 20 pesos de cubierto (Cubierto o servicio de mesa, extra que cobran ciertos reductos gastronómicos dudosos para exprimir un poco más la cartera del cliente con la consigna "entró, es nuestro,  que se deje el aguinaldo y si no vuelve vendrá otro gil").

Total, no vayan. Ahi nomás, a unos pocos cientos de metros tienen Dill &Drinks (San martín 986). Un bar de verdad, donde los tragos clásicos se piden sin necesidad de mirar la carta y se puede confiar en el criteriode los barmans. Pero de Dillan hablaré en otra ocasión y hablaré bien.