viernes, 11 de julio de 2014

Tiempo de fútbol

Sí, es el mundial. Todavía. Y así como el 78 tuvo a Passarella levantando una copa y a Videla gritando goles al Holanda sin Cruyff; así como el 86  significó una revancha sentimental con los goles de Maradona a los ingleses, el 14 es un símbolo del momento actual del país. 

Tanto dentro de la cancha como fuera, Argentina se centra en los otros. La canción del Mundial es para y contra Brasil, el planteo táctico, defensivo a ultranza, el juego, aburridísimo. Es el otro, ahí y no nosotros, no. Nosotros nunca. El otro que organiza el Mundial, el otro al que hay que impedir hacer goles  o jugar. El otro el que puede vencernos. 

Todo claro, acompañado de un discurso emocionado y exitista, un periodismo parcial hasta la ausencia total de juicio y una esperanza sola. Que él aparezca y nos salve las papas en una jugada aislada inesperada e insípida. Y la épica y las palabras genio, héroe, ídolo sonando hasta que son sólo sonidos huecos. 

Igual, es mejor ganar. La alegría de la victoria es real y también la emoción de la gente. Prendo las velas para Francisco. No se olvide que Él también es argentino.



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